20/9/10

La estrategia del Rumor


El rumor es un tema de sumo interés en el ámbito de la comunicación. Estudiado inicialmente por la psicología y luego por la sociología, los profesionales de la comunicación empresaria no tardaron mucho tiempo en tomar el tema como prioritario en sus estrategias de información.

La literatura sobre el rumor no es escasa. Pero por la importancia y el riesgo que sugiere en cualquier ámbito de interacción social, no es suficiente. En mayo de este año salió a la venta “Rumores”, un libro de Cass R. Sunstein, sobre la problemática del rumor. El libro, sencillo y de fácil lectura, tiene valor por tres motivos: 1. El autor es asesor del Gobierno Norteamericano (lo que nos ofrece un marco de referencia sobre el tema), 2. Introduce la problemática en las redes sociales, 3. Acrecienta la bibliografía sobre este tema.

El rumor se define como especulaciones no confirmadas que se dan por ciertas con un objetivo predeterminado y que suelen condicionar las acciones de las personas.
Su sistema de propagación es tan simple que resulta complejo detener la maquinaria. Se  transmiten con enorme eficiencia pues tienen un enorme potencial manipulador; y es que las personas tendemos a ajustar nuestra propia visión del mundo a la percepción que tienen los otros de éste.

En las organizaciones, la comunicación interna, lucha –cuerpo a cuerpo- contra el rumor. Es su enemigo número uno. Todo vacio de información se llena con información. El problema es que si esos datos no son verídicos, se abre un abanico de conductas inciertas que pueden provocar graves daños a la empresa. Por ello, un sistema de comunicación interna adecuado es necesario en toda organización. En palabras de Annie Bartoli “la comunicación organiza”.

Los rumores se difunden por cascada de información, esto es una dinámica de contagio. Cuánto más gente crea determinada información, más personas tenderán a creerla. Y también por polarización de grupos. Esta es una dinámica de propagación poco común pero muy eficaz. La polarización funciona a partir de pensamiento afines; un grupo liberal tenderá a creer cierta información mientras que a un grupo no liberal podrá parecerle ridícula esa información.

Si bien los rumores son tan antiguos como el hombre, con internet y la aparición de las redes sociales estos encontraron “el canal” de propagación. Como un virus letal atraviesa el planeta y se planta en cada ordenador domestico y corporativo. Son omnipresentes.  Y por supuesto, la inteligencia de estos virus (los rumores) es que saben cómo alterar las conductas de las personas.

En el complejo mundo actual, la saturación informativa, la imposibilidad de chequear las fuentes, colocan a las personas en un lugar difícil: confiar en el juicio ajeno. Muchos de nosotros aceptamos las informaciones sin sustento (rumores) por miedo o por esperanza, sin razonar demasiado al respecto.

En las organizaciones el peligro de despido infunda temor, y el aumento de salario, esperanza. Por qué no creeríamos alguna de esas informaciones cuando circulan por los pasillos, aún sabiendo que los canales no son los institucionales.

En estos tiempos donde los límites están difusos. Las fuentes de información a la mano de todos. Y el internet lleno de blogs, espacios para hacer amigos como facebook, o para intercambiar asuntos profesionales como linkedin, ¿por qué no dar crédito a lo que por ahí se dice aunque la información no se chequee?

El mayor peligro de los rumores es que  generan conductas positivas o negativas; refuerzan los grupos, condicionan la cooperación entre personas, afectan la reputación, la imagen y sobre todo, pone a las personas a gestionar su derecho ciudadano de decir lo que piensa con suma responsabilidad e inteligencia. El enemigo de la comunicación está allá afuera, con su fuerza corrosiva, su imprecisión, su sospecha y su anonimato.

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